En el Día de la Madre queremos resaltar el trabajo de mujeres de nuestra Red Creadora, que trabajan intensamente por fortalecer los procesos culturales de nuestra ciudad y al mismo tiempo desempeñan su papel de madres.
Tania y Guadalupe, unidas por la danza
Tania Rocío Pineda vive en Suba y es intérprete danzaria y musical de profesión. Trabaja con comunidades vulnerables a través de la organización Sonido Mestizo, en la localidad de Santa Fe, pero también es profesora de danza clásica y folclórica en varios jardines infantiles de Bogotá, incluido en el que estudia Guadalupe, su hija de 4 años de edad, lo que le ha permitido compartir esta pasión junto ella.
Sin embargo, para Guadalupe, esto no es una novedad, pues Tania llevaba a su bebé a todas las clases de la universidad y los ensayos, incluso desde que estaba en la barriga, pues nunca detuvo sus estudios o su trabajo a pesar de estar embarazada, por muy duras y extenuantes que fueran las jornadas.
“Bailaba con ella metida en el fular, mis maestros y compañeros me tenían que ayudar con ella. Fue duro, eso no se puede negar, pero también ha sido enriquecedor compartir con ella todo el proceso”, cuenta Tania.
“Y ahora se fortalecen mucho los procesos a partir de lo que vivo con la universidad en casa y con mi hija. Ella aparece en muchos de los videos de los trabajos, se va a graduar más rápido que yo”, agrega Tania, a quien la hace feliz ver que su hija a tan corta edad ya tiene muchas habilidades musicales.
“Muchas de las experiencias que uno vive como persona lo marcan para tener una sensibilidad, pero al ser mamá si hay un portal que se abre, sobre todo cuando entiendes que tú con el universo pariste un ser vivo que te mira a los ojos y te dice mamá y que te abraza cuando estás triste”, asegura Tania.
Dayana y Marcelo se identifican en la literatura
Dayana González Fajardo es escritora, guionista y docente universitaria. Ha escrito varias novelas y cuentos publicados en varios países.
Tras hacer un curso de guión en la Cinemateca Distrital, Dayana también descubrió que tenía este talento y se ha vuelto guionista de largometrajes, cortometrajes y hasta videojuegos, y ha ganado cinco premios internacionales por ello.
Hace 11 años Dayana se estrenó como mamá con la llegada de Marcelo, a quien ha criado sola desde bebé, pues un año después del nacimiento del pequeño se separó de su pareja.
“Todo el mundo me decía que Marcelo iba a salir con una maestría porque lo llevaba a las clases que dictaba y siempre ha trabajado a mi lado, lo que lo ha hecho muy receptivo a las artes. De hecho, ya escribió su primer cuento y se ganó un premio por ello”, cuenta orgullosa Dayana, quién también dicta clases de escritura creativa con BibloRed.
Para Dayana, el ser mamá le ha servido mucho para despertar su sensibilidad artística. De hecho, fue después de que Marcelo naciera que empezó a dedicarse a la literatura y el cine, pues en realidad es diseñadora industrial de profesión.
“La primera novela que publiqué en México, El Ladrón de Julios, la dediqué a él. La dedicatoria dice: “A Marcelo, quien dio rienda suelta a mi imaginación”. Tenerlo a él me sirvió para abrir mi corazón y de paso ventanas a mundos artísticos en los que había querido estar, pero que tenía miedo o no había podido aterrizar”, asegura Dayana.
Por eso Dayana les deja el siguiente mensaje a todas las madres: “a veces uno siente que solo tiene que cumplir los sueños de los hijos, pero creo que es todo lo contrario, si uno va tras sus propios sueños, cuando uno está feliz, puede hacer que el niño también lo esté”.
Margarita y su familia de artistas
Margarita Rosa Gallardo es comunicadora social y actriz profesional hace 30 años y ha estado siempre vinculada a Ditirambo Teatro. También es gestora y directora de un proyecto de extensión cultural de la Universidad Pedagógica, y docente de cátedra de la facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional.
Margarita tiene dos hijos, David Augusto, quien estudió Cine y Televisión, y Jerónimo, que está estudiando Antropología, carreras elegidas por la influencia de su trabajo y el de Rodrigo, su esposo, quien es director de teatro y dramaturgo.
“A mi hijo mayor, David Augusto, siempre tuve la oportunidad de llevarlo a los ensayos, estaba siempre tras bambalinas, me lo llevaba de gira. Y cuando tuvo tres años participó en la obra Madrid Sarajevo, una experiencia muy linda porque estuvo en escena con nosotros, e hizo más de 100 funciones esa temporada. También estuvo en la obra La Casa de en Frente y se presentó en el Teatro Colón y en otras salas de Bogotá”, dice Margarita.
Gallardo también recuerda estar explicándole a sus hijos las reglas de juego para asistir al teatro. Los llevaba incluso a obras muy largas, clásicos de 3 y 4 horas de duración, y nadie se enteraba de que había un bebé en la sala. Permanecían en silencio, aunque siempre llevaba un par de biberones en caso de emergencia.
Para Margarita, ser madre le permitió desarrollar sentidos y capacidades como la de llevar a cabo varias tareas al mismo tiempo y hacerlas bien. La hizo más versátil y polifacética y mucho más organizada con el tiempo para obtener los resultados que necesitaba para avanzar en sus proyectos.
“Yo empecé a hacer bitácoras de mis ideas. Mientras les cambiaba los pañales o los llevaba al colegio iba sistematizando mis ideas para no perder el hecho creativo, que siempre surge mientras uno está pensando o imaginando. La mente todo el tiempo está generando ideas, así que todo el tiempo anotaba lo que se me estaba ocurriendo”, cuenta Margarita, a manera de consejo para otras madres artistas.
Sandra, Mía, y el descubrir de saberes ancestrales
Sandra Cortés tiene 40 años, y empezó a hacer teatro comunitario desde que tenía 17, en la localidad de Puente Aranda. Tras estudiar en la ASAB ha estado vinculada al Teatro Quimera como actriz, gestora e investigadora.
En 2014 también empezó a dictar clases artísticas en varios colegios de Bogotá, lo que, según ella, le despertó una nueva sensibilidad, así como las ganas de ser mamá, deseo que se hizo realidad hace cinco años con la llegada de Mía.
Para Sandra no fue tan fácil el postparto, se sentía desconcertada por tener un largo momento de quietud, pero encontró en su familia una gran red de apoyo, y entendió que la crianza de una niña también es responsabilidad de la sociedad en general. También salió de este momento de depresión haciendo danza afro con su hija cargada en el fular.
“Yo empecé a preguntarme, si la maternidad y la paternidad era algo tan natural, por qué estaba costando tanto trabajo en nuestras sociedades. Esto me llevó a aprender más de los saberes ancestrales y crear a partir de ello para poder acompañar a otros padres”, cuenta Sandra.
Por esto, hace un año Sandra creó un proyecto de estimulación para niños que consiste en crear piezas artísticas que les permitan a los padres hacer un acompañamiento de los procesos de crianza desde los saberes ancestrales, con los que es más fácil aprender a gestionar las emociones.
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