Bogotá, octubre de 2021. En conmemoración del día mundial de los docentes y con el fin de reconocer la labor de los educadores en nuestra sociedad, hablamos con Adolfo Barbosa Mendoza, Licenciado en Educación, con más de 20 años de experiencia y quien actualmente hace parte del equipo de trabajo de la Dirección de Asuntos Locales y Participación de la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte (SCRD).
¿Cuál es tu filosofía de enseñanza?
Adolfo Barbosa: Particularmente trabajo mucho en una mezcla de las pedagogías activas, constructivistas y dialogantes. La pedagogía activa implica que el estudiante sea el protagonista del proceso de aprendizaje. Constructivista, en el sentido de que el conocimiento no es un cúmulo de información para que la persona la deposite como lo hace un computador, sino que, por el contrario, a partir ese conocimiento adquirido, la finalidad es que el estudiante pueda construir nuevos conocimientos. Y dialogante, porque esa construcción implica la interacción horizontal pero diferenciada entre el maestro y los aprendices; cada uno aprende en un contexto donde pueda dialogar, expresar libremente lo que se piensa, pero también siempre brindando la posibilidad de escuchar al otro.
¿Cuál es la importancia del docente en la sociedad?
Podemos hacer la analogía del rol del docente con las abejas. Si las abejas desaparecieran del planeta, no habría alimentos, igualmente podría decirse que, sin docentes, no habría posibilidades de comunicar el bagaje cultural y de generar transformaciones y nuevos conocimientos en la sociedad. El educador es esencial tanto en el mantenimiento de la cultura, como en la transformación de la cultura misma. Permite que seamos no solo un Homo Sapiens, sino un Homo Sapiens Sapiens, un hombre que no solo sabe, sino que reconoce que tiene un saber y puede comunicarlo.
¿Cuál es la mejor forma de aprender?
Si uno quiere verificar que una persona sabe algo póngalo a enseñar, porque la mejor forma de aprender es enseñando. Por eso, el educador es uno de los profesionales que más tiene que trabajar. Tiene que decantar lo que ha leído, tiene que escribir y plasmar ese conocimiento y sistematizarlo y luego, tiene que encontrar la manera de comunicarlo.
¿Nos puedes contar alguna experiencia gratificante en el ejercicio de la docencia?
Me acuerdo de un estudiante en una universidad que alguna vez me dijo: “si me muero, yo quisiera que mi epitafio fuera una sola palabra: entendí”. Esta frase me llamó la atención y le pregunté qué quería decir con eso y me dijo: “entendí implica que tuve la posibilidad a través de la educación de comprender un poco más el mundo, de comprenderme a mí mismo como ser humano individual y a la vez tuve la posibilidad de tener elementos para relacionarme con otros”.
¿Un último mensaje que quieras compartir en el día mundial de los docentes?
Recuerdo un texto en particular sobre los lectores rumiantes de Friedrich Nietzsche que enfatiza en lo siguiente: “Yo necesito hombres rumiantes que sean como las vacas y que no solo traguen entero”. Eso es lo que considero debería hacer la educación, ser capaz de crear seres rumiantes, que puedan apropiarse del conocimiento, que puedan degustar lo que aprenden y disfrutar lo que hacen.