Por Nicolás Montero Domínguez
Este mes los colegios de Bogotá volvieron a recibir a sus estudiantes. Los patios de juego, los salones, se llenaron con el murmullo de las voces que comparten historias, que se invitan a imaginar, que crean colectivamente el relato del presente, hilvanan el del pasado, y proyectan el del futuro. Hay una escena, en Las aventuras de Tom Sawyer, cuando el protagonista recuerda los días en la escuela, y de esos días se enfoca en las horas de descanso, cuando con sus amigos jugaba a ser Robin Hood, y convertía el bosque del patio en Sherwood. Esa alegría que Tom experimenta, es la que ahora los niños y las niñas de Bogotá pueden volver a construir: la alegría de jugar, de representar, de contarse y crear las historias que les permiten comprender la realidad.
El regreso a los colegios es una alegría que debemos asumir con responsabilidad y compromiso, porque en el reencuentro vuelve a activarse, con toda la potencia, la capacidad de crear de los niños y las niñas. Soñarán mundos, los harán posibles, y de toda la sociedad depende contribuir a que el aprendizaje crezca y se cristalice, a que los descubrimientos que la curiosidad recorre puedan florecer, a que las preguntas fundamentales encuentren posibles respuestas, posibles caminos por los cuales adentrarse.
Serán invaluables, por supuesto, las historias. Y será invaluable, por supuesto, la creación. Desde hace dos años hablamos de leer para la vida con el convencimiento de que todos y todas podemos convertirnos en mediadores entre la lectura y las demás personas. Contarle historias a los niños, acompañar la lectura, invitarles a escribir, a participar en las conversaciones con las anécdotas de su día a día es una forma importantísima de leer para la vida. Lo otro es estar allí para celebrar y estimular su capacidad de crear. Todos somos creadoras y creadoras: no perdamos de vista la creación de los más pequeños y pequeñas, pues allí hay puro mañana, puro presente.
Nuevamente pueden los niños y las niñas de Bogotá crear el mañana junto a otros y otras. Que ese motivo de alegría nos permita acompañarles, desde lo mejor de cada uno y cada una, desde el cuidado y la creación.