
De lo mucho que sobre estos días quedará escrito en los libros de la memoria, yo quiero resaltar, para que destaque entre todo lo demás (entre los desafíos, los cambios, las confusiones y la belleza), el papel que asumimos como ciudadanos, la forma activa de asumir el cuidado mutuo como un compromiso íntimo, la solidaridad despierta y participante con la que creamos formas de apoyo, la maravillosa respuesta cotidiana con la que todos respondimos a las necesidades inesperadas que paso a paso fue planteando el desarrollo de la pandemia. De lo mucho que quedará escrito, yo quiero que se destaque cómo cada ciudadano puso de su parte para cuidar de la vida en común. Porque en esos gestos, pequeños pero potentísimos, está nuestro más grande aprendizaje.
Para eso, para resaltar, para destacar, para reconocer, nos sirve el agradecimiento. Dar las gracias no es simplemente reconocer una labor cumplida, un comportamiento que nos ayudó a todos a pasar por el pico de contagio. Dar las gracias es también, y ante todo, una forma de mirarnos como sociedad: cuando agradecemos estamos reconociendo que ante los desafíos colectivos podemos contar con el compromiso de todos, podemos saber que allí estarán las familias, los colectivos, las comunidades, los vecinos dispuestos a responder, a poner su pieza en el rompecabezas de la vida en común y hacer su esfuerzo para que la ciudad, este sueño de todos, pueda continuar su camino, descubrir sus dinámicas, seguir siendo ese territorio donde podemos ser lo que queremos ser.
Hoy entonces, cuando decimos “Gracias Bogotá” estamos diciendo gracias por usar el tapabocas y cuidar así a todas las personas con las que te cruzaste en la calle, porque ellas son parte de esa ciudad que haces posible al soñarla como ciudadano. Estamos diciendo gracias por mantener la distancia física, porque al hacerlo nos ayudamos entre todos a poder estando cerca, con esa otra cercanía que es la de trabajar por un proyecto común. Estamos diciendo gracias por seguir creando, por mantener la creación como parte de nuestro día a día y así hacer de la materia de estos días la posibilidad de imaginar otros mundos, otras formas de habitar, otras formas de encontrarnos.
Como ciudadanos hemos encarado un reto sin igual, tremendamente inesperado y que nos mantuvo a cada instante buscando nuevas formas, adaptándonos según fuera dictándolo la contingencia. Respondimos con todo el tesón, con toda la imaginación y la disposición al cuidado que son características nuestras. Eso vale la pena reconocerlo. Por eso, a todos y todas, a cada habitante de Bogotá: ¡Gracias!