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La casualidad le dio un importante empujón a una carrera que, desde entonces, solo ha ido en ascenso. En 1996, Juan Diego Flórez (Lima, 1973) realizó una audición para un pequeño papel en la ópera “Ricciardo e Zoraide”, de Rossini, en el Festival de la Ópera de Pésaro, un importante centro turístico sobre el Mediterráneo, en el centro de Italia. Flórez nunca interpretó ese papel. A pocos días del comienzo del festival, el tenor principal, Bruce Ford, quien interpretaría a Corradino en la obra “Matilde di Shabran” canceló por enfermedad. Tras una búsqueda frenética por un remplazo, el director artístico del festival decidió arriesgarse con un peruano de 23 años que es catalogado actualmente como “El divo moderno”.
Desde entonces han pasado más de 20 años y el tenor limeño no ha parado, y ha creado una carrera tan destacada que le permite pasar de Rossini a Chabuca Granda y de los compositores románticos franceses a los boleros y el son cubano. Se ha ganado el respeto, tanto del exigente público clásico (que le ha obligado bises en la Scala) como de los no menos entregados seguidores de la música popular. “Si Mick Jagger me ofreciese subirme al escenario con él no lo dudaría", aseguró hace algunos años.
Hijo de un guitarrista de música criolla peruana, el intérprete se ha destacado también por su constante trabajo humanitario, que le valió un reconocimiento del Foro Económico Mundial (WEF) por la labor que realiza con su fundación, en la que fomenta el acceso a una educación musical entre los más desfavorecidos; adicionalmente, recibió el premio Cristal, una distinción creada por el WEF, por el trabajo con su fundación Sinfonía por el Perú.
Flórez se presentará el martes 2 de octubre, a las 8:00 de la noche, en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.