Una de las primeras actividades que aprendemos desde niños es montar en bicicleta, para muchos es un recuerdo muy agradable, para otros, fue el primer encuentro con el suelo. ¿Quién no recuerda aquellas navidades esperando el regalo deseado?; en un primer intento un par de medias, luego un saco a cuadros y ya después de tanto insistir - y de ganar el año - la tan añorada bici.
Una vez desempacada la bici, a rodar en el parque, hacer grupo con los primos y la monita de la esquina y salir a la primera pinchada. Podemos seguir "dando vueltas" a nuestros primeros recuerdos en nuestra bici, pero la idea con esta nota es mostrarles el verdadero placer de rodar por una ciudad como Bogotá, que a pesar de su congestión, su contaminación y todos los peros ... ha venido trabajando hasta convertirse en un espacio para rodar con todas las comodidades que esta actividad amerita.
En primer lugar, la ciclovía, un espacio en donde la reina es la bici, sin importar marca, color, tamaño, las hay clásicas, de carbono, la panadera, la monareta, igual, todas pedalean y lo llevan a donde el ciclista quiere.
Luego, y en la misma ruta de la ciclovía, un verdadero museo al cielo abierto, los murales de los artistas grafiteros que llenan de trazos los otrora muros del silencio que hoy gritan que la ciudad está viva. | |
Los gomosos de las bicis también tienen su espacio y sacan a pasear sus reliquias, verdaderas joyas con infinidad de historias en cada una de sus ruedas. | |
Como meta, el parque, allí se congregan las familias a retomar energías acompañados de la infaltable mazorca, se planea la ruta de la próxima semana, en donde el objetivo es llegar más lejos. |
Ya para los más avezados, El Parque Nacional, - por ejemplo - se convierte en el espacio en donde literalmente los deportistas tocan el cielo, en cada salto los "Dowhilleros" - dícese de los que hacen Down Hill - realizan su recorrido en medio de la vegetación que el parque les proporciona.
Como ven, no hay disculpa para no salir a rodar, ver la ciudad desde otra perspectiva, sin apuros, con la actividad física como excusa y con la inseparable bici, aquella que soñamos desde niños.
Texto y fotografía: Jonh Gaitán