Por: Ana María Salamanca
Tutora del proyecto Habitando: Cultura en Comunidad
María es una mujer de 34 años, nacida en Santander, que llegó muy pequeña al barrio Paraíso de Ciudad Bolívar. Aunque ha ido y venido a lo largo de su vida, siempre regresa. Recuerda que junto con ella creció el barrio; cuando llegó, solamente había cinco casas y ahora se sorprende de lo mucho que ha crecido todo el territorio. Es madre de tres hijos a quienes les dedica su tiempo y sus esfuerzos, y dice que conoce a muchas personas del barrio porque han crecido juntos; de hecho, fue así como llegó a trabajar a la Fundación Camino a la Esperanza, iniciativa que apoya el proyecto Habitando: Cultura en Comunidad.
Inicialmente, llegó al proyecto Habitando: Cultura en Comunidad con la excusa de apoyar con acciones puntuales, pero actualmente se ha sumado a los esfuerzos colectivos de cuidado y sostenimiento de la sede de la Fundación y de trabajar dos días a la semana ahora son siete; aportando para brindar una mejor calidad de vida a niños, niñas y adolescentes con capacidades diversas del barrio Paraíso.
Entre las actividades que realiza con la Fundación, la que para ella es más significativa es hacer visitas domiciliarias. Le gusta mucho encontrarse con los niños y niñas de la fundación y relacionarse con sus familias; disfruta las miradas y sonrisas con las que la reciben. Reconoce que a veces es difícil encontrar a los niños y niñas solos o que las familias no les permitan compartir mucho tiempo con ella por las ocupaciones; en ocasiones los tienen escondidos y descuidados, pero sabe que su visita es importante para saber cómo se encuentran.
Nunca antes había trabajado con personas en condición de discapacidad, pero agradece esta experiencia y el contacto con cada uno de los niños y niñas: “Todos son tan diferentes y tienen algo muy bonito, todos tienen algo especial y no es su condición sino su manera de ser”.
Esto se hizo evidente con la creación de la instalación “Tejiendo y acogiendo sueños de las personas con capacidades diversas de nuestro territorio”, que permitió que mamás y personas cercanas identificaron nuevas cualidades en los niños y niñas. La creación de unos atrapasueños fue para ella una oportunidad de relacionarse con otras mamás, reírse y conversar, aprender diferentes técnicas y disfrutar un espacio de encuentro con la excusa de aprender a hacer algo nuevo.
Resalta que en el marco del proyecto Habitando: Cultura en Comunidad ha sentido un acompañamiento real. “Cuando nos dicen qué tenemos que hacer lo hacemos todos y no se recarga en una sola persona, aquí siento que todos ayudamos y nos han acompañado para proyectarnos y darle más forma y continuidad a las ideas que hemos tenido por varios años para establecer espacios públicos de encuentro comunitario”.
Ella esperaría que, en unos meses, al final del proyecto, la Fundación Camino a la Esperanza y el equipo de trabajo tengan mayor reconocimiento en el territorio, porque siente que han estado solas por muchos años en este gran esfuerzo. Le gustaría que, con el tiempo, los demás supieran de su trabajo, que las familias y la comunidad del sector reconocieran lo especiales e importantes que son las personas con capacidades diversas del territorio.
Habitando: Cultura en Comunidad, promueve la apropiación del espacio público y se facilita el acceso de los liderazgos locales a los procesos de gestión para el mejoramiento de barrios desde el arte y la cultura.