
¿Qué lee la Alcaldesa Claudia López? ¿Cuál fue el libro que marcó al Secretario de Cultura Nicolás Montero? ¿Y a la Secretaria de Educación, Edna Bonilla? Todos tenemos un recuerdo atado al placer que nos producen las historias escritas por otros. ¿Cuál es el tuyo?
Para la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, “la lectura y la escritura permiten compartir la esencia de lo que somos”. Así lo dejó ver durante el conversatorio de lanzamiento de la nueva política de lectura, escritura y oralidad con la que cuentan los bogotanos: #LeerParaLaVida.
En un ameno diálogo del que hicieron parte el Secretario de Cultura, Nicolás Montero; y la Secretaria de Educación, Edna Bonilla, la Alcaldesa reveló momentos de su vida en los que cultivó su amor por la lectura, en especial hacia las biografías, su género de cabecera.
Sería su madre, María del Carmen Hernández, quien le enseñaría el amor por las palabras. “Tuve el privilegio de tener maestra 24 horas al día. A ella le debo ese amor por la lectura, sin duda. Y fue maravilloso que eso que te quiera inculcar tu mamá, no solo te guste, sino que te inspire”.
Hija entonces de una maestra que trabajaba de sol a sol, Claudia López conoció la soledad desde niña. También la desgracia, pues con apenas cuatro años y medio perdió a una de sus hermanas en un accidente, justo en la edad en la que estaba aprendiendo a leer. Pero ella supo capitalizar esos espacios de soledad para acercarse a los libros y, de alguna manera, paliar sus años de duelo a través de historias contadas por otros.
Recuerda pasar decenas de horas de su infancia recorriendo con curiosidad dos colecciones de enciclopedias que le enseñaron un mundo hasta entonces desconocido: “Los 14 tomos de la Enciclopedia Ilustrada Cumbre ¡Lo máximo! Y otra colección de enciclopedias de animales que había en la bibliotequita de la escuela donde vivíamos; esos textos me acompañaron en la niñez”.
Esas enciclopedias le dejarían no solo una sed infinita de conocimiento, sino además “un lío tremendo: me cuesta concentrarme. Porque, claro, en las enciclopedias encuentras todos los temas. Y yo entraba a consultar un tema, pero notaba algo que no entendía y me iba a otras páginas. Me cuesta mucho leer un solo libro de principio a fin. Leo cuatro o cinco libros al tiempo. Las enciclopedias me enseñaron a leer, saltando por muchos temas a la vez”, cuenta.
Muchos de esos libros, dirá luego, son de historia. Es que desde niña se le medía a unos “libros redensos” sobre temas como la historia de la violencia en Colombia.
La Alcaldesa evoca también los días en que a su casa arribaban “unas señoras con el catálogo del Círculo de Lectores. Era algo que yo esperaba con ansias. Así llegué a la novela ‘Los inmigrantes’. Y ese libro me dejó un sesgo por la historia y las biografías”.
Hoy, no duda en afirmar que su biografía favorita es ‘La mujer y la política’ sobre Esmeralda Arboleda, una de las sufragistas que luchó para conquistar el voto femenino en Colombia. “Me gusta la historia, pero sobretodo las biografías porque muestran un aspecto de la naturaleza humana que me gusta cultivar: la tenacidad. Cómo vencer adversidades. Me preguntan a menudo cómo logré abrirme campo en la política. Y ha sido difícil, sí. Pero cuando uno lee lo que hicieron las sufragistas en 1940, entiende ellas lograron algo más difícil aún: educarse, cuestionarse, cultivar el pensamiento crítico, conflictuarse. Y esas son cosas que se logran con la lectura”.
¿Quién no tiene acaso un recuerdo atado al descubrimiento de historias escritas por otros? El Secretario de Cultura, Nicolás Montero, por ejemplo, reveló que desde niño un libro se le quedó atravesado entre pecho y espalda: ‘Las aventuras de Huckleberry Finn’, de Mark Twain.
La historia “de un niño de calle, que vagaba por el pueblo, con un amigo un poco antipático, que hace muchas pilatunas: Tom Sawyer. En un momento de su vida, él decide escapar y conoce a un hombre que quiere ser libre, el negro Jim; la única manera que tienen para hacerlo es en una balsa por el río Mississippi. Y él tiene un momento de reflexión donde piensa en la gente que le ha dicho que no se puede amar a los negros porque se puede ir al infierno. Entonces dice: "prefiero ir al infierno porque yo amo a Jim". Condenarse al infierno era una posibilidad de amarlo. Eso me pareció maravilloso”.
Edna Bonilla volvió a las páginas de ‘Mujercitas’, novela de la escritora estadounidense Louisa May Alcott, que vio la luz en 1868. “Era la historia de cuatro hermanas, todas diferentes. Ese libro me generó muchos conflictos. Uno de los personajes era la niña perfecta y bella. A otra le gustaba pelear y subirse a los árboles. Y el conflicto llegó cuando entendí que en esa época yo era la niña perfecta, pero no quería ser así. Deseaba ser la peleona, la que luchaba por las causas justas. A partir de entonces, 9 o 10 años, me hice lectora y entendí que leer te permite conflictuarse con lo que no estás de acuerdo”.
Así lo cree también la Alcaldesa Claudia López, para quien “los libros traen conocimiento, experiencia, una invención, una ilusión. Con Leer para la Vida queremos que la lectura inspire a los niños, que leer no sea solo un tema de pruebas Pisa, de los exámenes o las pruebas Saber para sacar el mejor puntaje. Que la lectura nos transforme la vida, nos abra mundos”.
Fue lo que logró ella, precisamente, en los espacios con los que fue tropezando en la vida. Como la escuela del barrio La Granja, en donde vivió con su familia. O el internado a donde llegó con 14 años, en cuya biblioteca descubrió a García Márquez y qué era eso de ser colombiano. O las salas de lectura de la Biblioteca Luis Ángel Arango, en las que se refugiaba mientras estudiaba Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales en la Universidad Externado y se rebuscaba la vida en múltiples oficios. “Todos los fines de semana estuve allá durante mi carrera. Igual que en la Hemeroteca Nacional. Era el típico ratón de biblioteca, que a las 8 de la noche la tenían que sacar porque iban a cerrar”.
Para Claudia López, citando al historiador israelí Yuval Noah Harari, “leer es lo que nos hace humanos”. ¿Cómo no cultivarlo, entonces? ¿Cómo no ejercerlo?, se pregunta la Alcaldesa, quien despidió esta tertulia con su propia versión de lo que sería un relato para el concurso Bogotá en 100 Palabras, que tiene abiertas sus inscripciones para su cuarta versión:
“A una persona del extranjero le contaría qué hace única a Bogotá. Es la capital de Colombia, en medio de tres cordilleras, a más de 2 mil kilómetros del puerto más cercano y a más de 2 mil kilómetros del mar. Justo en la mitad de un país atravesado por selvas y trópico. Si uno hubiera pensado el lugar más difícil para poner una capital, hubiera escogido este. ¿Por qué está aquí? Porque está a los pies del páramo de Sumapaz de donde cae agua limpia y cristalina. Agua que cae a este valle maravilloso lleno de gente estupenda, que hoy produce el 35% de la riqueza de Colombia y es capaz de acoger al que lo necesite, desde donde llegue, y sacarlo adelante. Esa es la magia de Bogotá”.