
John Jairo Calderón Echeverry llevó un proceso de cerca de cinco años con el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idipron). Ingresó siendo habitante de la calle y, poco a poco, fue dejándola, hasta que, finalmente, se re encontró con su familia, estabilizó sus lazos y volvió vivir con ellos.
Recientemente, gracias al modelo pedagógico de Idipron, culminó su grado 11 y, en los últimos 10 meses, fue parte del grupo de guías de cultura ciudadana, conocidos como “titanes”.
John Jairo se caracterizó por ser un joven comprometido, carismático, alegre, decidido a mejorar y con ganas de vivir. Rápidamente se destacó por su visible liderazgo, su capacidad como mediador y su tolerancia. Con 26 años de edad, se había puesto como meta recuperar a sus hijos, de 3 y 7 años; como parte del proceso, había conseguido que el Bienestar Familiar le entregara temporalmente la custodia a su propia madre, la abuela de los chicos, mientras él lograba cumplir unos requisitos que le permitieran hacerse cargo de ellos de nuevo.
John Jairo fue un hombre que se comprometió con él mismo y se esforzó por lograr cada meta que se puso; igualmente, era consciente de que podía dar más y estaba trabajando decididamente en ello.
Sus evaluaciones de proceso dentro de la estrategia arrojaron como resultado acciones positivas y constantes mejoras en su proceso. Era un joven respetuoso que recibía de buena manera los llamados de atención que se le realizaban y, poco a poco, fue haciendo del arte su modo de expresión y, como muchas veces lo manifestó, la manera de expiar sus demonios y de ver el mundo de otra manera.