Por: Nicolás Montero Domínguez
Se encontrarán en el parque antes de que la música empiece, habrá una tensión en el aire como de nota a punto de sonar. Luego la espera se resolverá en los primeros acordes, y el canto, y el ritmo, y la alegría, tomarán lugar en los cuerpos para celebrar el encuentro, para celebrar la vida, para celebrar que un año más, después de haber oído desde casa los discos, después de haber bailado en la sala, podemos darnos cita para hacer temblar los adoquines, para que la fiesta del concierto nos inunde y nos conecte, para poder colectivamente amplificar la armonía que, mientras dure el festival, nos hace parte del mismo latido, de la misma clave.
Bogotá es una ciudad de encuentros, nuestra experiencia ciudadana está atravesada por la posibilidad de compartir con los y las demás en la cotidianidad. De ahí que podamos enorgullecernos de tener algunos de los festivales musicales gratuitos más grandes del mundo, y que cada año en nuestra historia hayamos estado a la altura del reto logístico que implica llevarlos a cabo, y de la calidez que significa realizarlos. Durante la pandemia, esos festivales nuestros, los Festivales al Parque, fueron una de las cosas que aprendimos a extrañar porque sabíamos valorar desde antes. Ahora, en este año de reencuentros, volver al parque para escuchar, para bailar, para estar lado a lado, es un gesto que no sólo está lleno de añoranza, sino que reboza también la alegría primordial de celebrar la vida. La nuestra, la de la ciudad, la que seguiremos creando cada día.
Así, cuando suenen los tambores y los vientos en Salsa al Parque, cuanto se intuya la voz del son, cuando se convoque al baile, las y los bogotanos responderán con cada fibra vibrando en un movimiento colectivo. La dicha de volver, la felicidad de regresar, la sorpresa de sabernos de nuevo frente a esa melodía siempre renovada que habita en todas las canciones capaces de elevarnos. Con Salsa al Parque celebramos tradición y regreso, celebramos la vida que tenemos y la que soñamos, celebramos la posibilidad de ser colectivamente una ciudad que supera los retos con la dicha de saber que siempre tendrá una oportunidad para bailar. La vida en baile nos recuerda todo eso.
Que la celebración de la vida, que el baile, nos acompañen para seguir creando, y que este regreso de los Festivales al Parque sea un gran motivo de alegría para todos las y los bogotanos.