Por: Nicolás Montero Domínguez
Este año Bogotá ha tenido el privilegio de participar como protagonista en dos eventos donde la cultura ocupa el centro de las reflexiones. El primero, el encuentro de Distritos Creativos convocado por el Ministerio de Cultura, donde ciudades de toda Colombia participaron para contar sus experiencias y compartir los desafíos de una economía que reconoce la creación como el eje de la transformación social y la reactivación económica. El segundo, el piloto de una iniciativa de la UNESCO que busca incluir la cultura como línea transversal en la medición de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y que eligió Bogotá, entre las demás ciudades de Latinoamérica, como el escenario idóneo para hacer las preguntas sobre la relación entre cultura y desarrollo. En ambos eventos una idea clara reconoce los procesos culturales, los procesos de creación, como la base de cualquier reflexión sobre el mañana, como la base necesaria para poder proyectarnos como sociedad humana que pone todos sus esfuerzos al servicio de la vida.
Que estas conversaciones estén teniendo lugar, que estemos avanzando en el sentido de estas reflexiones, es tan gratificante como desafiante. Como ciudad, y como ciudadanos y ciudadanas, somos responsables de actuar según los aprendizajes que estos años, que estos tiempos complejos, nos han regalado. Hay muchísimos de esos que tienen que ver con la cultura, pero hay dos que considero fundamentales: el primero, la importancia cotidiana de la creación como forma de cuidado propio y mutuo; el segundo, la solidaridad como gran motor que potencia y fomenta los vínculos sociales y a partir del cual podemos comprender los procesos de creación no desde la óptica del individuo que crea, sino desde la perspectiva de la comunidad que hace posibles esas creaciones, cocreando y disfrutando a partes iguales del proceso y los resultados.
Las dos cosas tienen un punto en común, y es un punto en común que también palpita en el centro de los Distritos Creativos, en el centro de los indicadores de cultura de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: se trata, en el fondo, de comprender la cultura y la creación como el conjunto de preguntas, conversaciones y propuestas que parten de reconocer los vínculos que nos unen como humanidad, los enlaces que establecemos y mantenemos y modificamos a lo largo de nuestras vidas, las responsabilidades que asumimos colectivamente. Reconocer, en fin, que habitamos junto a otros y otras, que somos junto a otros y otras, que creamos con otros y otras. Tener eso presente es modificar profundamente las formas como nos relacionamos con el mundo, es entendernos cocreadores, corresponsables, comunidad.
La cultura y la creación fortalecen los vínculos necesarios para habitar el futuro. La cultura y la creación son los caminos que tenemos para soñarlo. No olvidemos eso, y no olvidemos que en Bogotá todos somos creadores, todas somos creadoras.