El oficio que eligió Darío Gómez para su canto fue el de acompañar los dolores que el desamor deja, de ahí que miles de colombianos y colombianas recuerden los versos de sus canciones con el ímpetu de la memoria que reposa en la herida. Hoy sumamos nuestro adiós a los de tantos y tantas que celebran la vida del cantante, y lamentan su partida. Sabemos que se mantendrá vigente en los imaginarios y que seguiremos cantando a su salud las historias de los corazones rotos.
La partida del conocido Rey del Despecho es una oportunidad para recordar que ciertos imaginarios sobre lo que un hombre debe ser y debe sentir están en proceso de transformación para mejorar la vida en común. A los despechados, les recordamos que existe la Línea Calma, y que está bien hablar de sus emociones.