En el rostro de Blanca Pineda, se ve reflejada la historia de las montañas, Ciudad Bolívar, un territorio montañoso, para algunos periférico, que le ha dado lugar de vivienda, crecimiento e identidad a muchos que llegaron de tierras lejanas en búsqueda de nuevas y mejores oportunidades.
Cuando hablamos, de Ciudad Bolívar, a la maestra Blanca le brillan los ojos y se le ilumina el rostro con una esperanza un poco extraña, por las circunstancias sociales que han acompañado su historia y su trasegar por la localidad. Escucharla narrar su vida en esta localidad es hipnotizante y alentador. Ella ve en cada una de las calles del territorio una historia. Lee en las paredes y las avenidas importantes motivos de lucha y grandes batallas que se han librado por la dignidad y los derechos. Esas mismas que fueron logrando, para que la localidad contara con servicios de luz y agua, y sobre todo, reconocimiento y dignidad.
El arte y la cultura han sido su arma más contundente para lograr poner la lupa del mundo en su terruño, Ciudad Bolívar. Como ella misma menciona, no ha necesitado un título para que su pluma cuente todo lo que ha visto, sentido y vivido en la localidad; ella sabe que el arte es la línea que atraviesa la vida, los derechos humanos, la reconciliación y las formas de vivir en paz, incluso cuando los contextos sean violentos o las circunstancias adversas.
Blanca, es una apasionada por los derechos humanos, y por los procesos en los que las víctimas de la violencia puedan encontrar la verdad, hacer reconciliación y transitar hacia un lugar mejor desde el arte, con el cuerpo y la voz como medio para avanzar. Justamente en este apasionamiento, su activismo social la puso en peligro y tuvo que migrar y exiliarse para proteger su vida. Este tropiezo, que por cualquier persona hubiera sido tomado como una tragedia, para la maestra Blanca fue una plataforma para conseguir una articulación entre Chile y Colombia para contar en un libro las historias cruzadas sobre la violencia. La obra que tituló “Chile – Colombia más allá de las fronteras”, se ha convertido en un símbolo no solo de resiliencia, sino de una lucha imparable por la paz y la construcción de memoria desde el territorio.
Con más de 17 obras, la maestra cuenta cuáles son sus preferidas, “Ciudad Bolívar: territorio de vida”, “Mitos y leyendas de Ciudad Bolívar”, “Colcha de mil retazos”, “Voces populares de Ciudad Bolívar”, “Caminos de las voces y el silencio” e “Historias en sepia y negro”. Cada una de ellas refleja la vida, el trabajo de la organización comunitaria y el arte, aspectos fundamentales para plasmar la identidad y memoria de un territorio.
Para la maestra Blanca, Consejera de cultura por el sector de Patrimonio, sólo tenemos palabras de admiración por toda una vida de trabajo.
Este relato, busca añadir un componente de Arte, Cultura y Patrimonio, es un relato en el que cobra valor eso de que "el arte nos transforma," y en donde se hace evidente que Ciudad Bolívar es una Ciudad Creadora.