El Poeta Carlos Camilo Torres le hace un homenaje a su colega de letras el poeta Carlos Fernando Acosta González, quien fuera el ganador del primer lugar de la modalidad de poesía, en la edición 2019 de los “Festivales Culturales de Rafael Uribe Uribe”. Carlos Acosta se dedica a expresar a través del arte su visión de la vida, después de atravesar invicto por las sendas de la enfermedad.
A continuación el poema que le escribe su colega Carlos Camilo Torres:
POETA HASTA LA MÉDULA
La luz amanece en el cristal de la soledad, hay un día de sonrisa donde se da vuelta a la hoja, a la vida. Dos años al borde de la muerte y ocho en el otro color de los presagios, de las esperas; el misterio de la orilla del espejo visto por otros ojos. Una pregunta: ¿cómo salir de la arena, de la sombra y del dolor?, y lo encontró en una mano en la noche, la mano pequeña del latido, el todo de la piedra o la nada, del tiempo en la sonrisa. Un pequeño suspiro de su hija entre sus brazos o también la flor de harina en el azar. Él comprendió cómo moverse en una palabra difícil, había pasado 58 días en coma y aun así quería ser cirineo. En las pestañas del desvelo y en los libros leídos y releídos se hizo médico, se hizo escritor, se hizo al camino con manchas de cerviz. En su tiempo palpitaba una promesa; el paso aligera sus deseos, una agitada calle de músicos, algún saludo, algún acorde y el autobús. Se sienta al lado del ayer, banca izquierda, camino al norte. Se recoge en sus pensamientos. Guarda en su corazón un oboe, es el que insertó en su estuche de lágrima, al oír de su hija el “oboe de Gabriel”. Tararea una ronda de las que hizo en homenaje a ella: mi Ángel Para Colombia. Pasa en su recorrido por el antiguo colegio con nombre papable y sonríe, y recuerda al famoso profesor Vidal, quien le dijo: pobre Acosta, con esta generación un día nadie te recordará; él de nuevo sonríe y gastó años por las calles de la Candelaria leyendo a Pombo, enseñando de Pombo, escribiendo “Pombo Inmortal”. Miguel Sánchez Rejano su bisabuelo se había cruzado con Pombo en las viejas calles de piedra de Bogotá, y tal vez oyó de él: “el pensamiento canta y gira, en nuestros pechos no hay vacío, todo el sol y aves y aura leve, viento de otoño hay en el nido y cayó la primera miel”. Las luces del semáforo estaban titilando amarillas, él retenía años de memoria por los ventanales del autobús, el correo de Marina Dupont asoma a su silencio a sus primeras letras, a los ojos que amaron hasta su reflejo. Es hora de dejar el autobús y el cansancio. Recoge unos libros recién salidos de la editorial, hace una lectura rápida y encuentra una fe de erratas, pero en general una fe de aciertos y una fe de sueños escribiendo la poesía con pulsos de la piel, con misterios en la médula, con líneas de lluvia, hasta alcanzar el misterio de la médula.
Poeta: Carlos Camilo Torres