Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. ¿Les suena? Pues gracias a estos tres escritores la literatura universal se transformó. Y tal vez no sea casualidad que ellos hayan fallecido en el mismo año (1616) y en el mismo día y que por eso la Unesco haya decidido escoger el 23 de abril como el Día Internacional del Libro, y nosotros los hispanoparlantes celebramos también el Día del Idioma español, un homenaje a Don Quijote de la Mancha y su padre Cervantes.
Ahora, volviendo a 2021, vemos cómo ha mutado la relación humano-libro. Claro ejemplo de esto son proyectos como La Guachafita, un espacio soñado por Felipe Quiñones, y compartido y escudado por Daniel Bello que nació en septiembre de 2020, con la idea de convertirse en una librería itinerante para las personas que viven en Puentelargo, Pasadena, La Alhambra, Estoril, Santa Margarita, Arrayanes y aledaños, que se sustenta en tres grandes pilares: la promoción de lectura, la conformación de barrio –hacer comunidad– y el uso de los espacios públicos, entiéndase parques.
“La guachafita se materializa en un carrito que carga libros usados a muy bajos precios o para acceder por trueque, el cual recorre diferentes parques del sector los fines de semana. Cada día escoge un lugar distinto y ahí se parquea para exponer sus libros y esperar a que los vecinos se acerquen. Aquí es donde el proyecto cobra sentido: cuando la persona se interesa y nos pregunta de qué se trata todo esto” comentó Daniel Bello.
Iniciativas como esta o la de Lorena Iglesias, de la editorial independiente Himpar, activan el interés por la lectura, por la compra de libros en físico y por los proyectos independientes. “El libro sigue siendo una forma económica, eficiente y accesible de adquirir conocimientos de todo tipo. Los lectores no tienen que ser, y no creo que sean, necesariamente bichos raros. Como cualquier otro mercado, pienso yo, se tiene que fortalecer moviendo muchos engranajes distintos: que haya más librerías, más espacios donde se hable de libros en prensa y en plataformas online, que los programas de literatura en los colegios se actualicen, entre otras cosas”, afirmó Lorena.
Debemos reconocer que la pandemia ha acercado la literatura a los ciudadanos aún más, no obstante, como dice Daniel: “nos la pasamos leyendo en el celular y en el computador todo el día y eso hace que estemos todos conectados a una realidad de velocidad impresionante. La guachafita siempre pone una manta en el pasto y exhibe una selección de libros de lectura corta como una invitación inocente”.
Este tipo de actividades se unen a iniciativas como las de BibloRed con sus Préstamos a domicilio, o la Biblioteca Digital que ha acercado a los ciudadanos a los libros para continuar siendo una Bogotá creadora y transformadora.
Por otra parte, las editoriales independientes han aportado bastante al incentivo de la lectura, ya que ponen en las manos de los lectores, ejemplares diferentes, desde lugares que crean magia y le dan voz a públicos que luchan cada vez más por figurar como las mujeres, quienes sueñan con una Mariana Enríquez (premio Herralde) y a Pilar Quintana, (premio Alfaguara), algo que dice mucho del lugar que se han ganado las mujeres creadoras.
Todo estas estas acciones nos dejan ver que la literatura hace parte de la cotidianidad, pues tal vez la pandemia ha acelerado la búsqueda de relatos que den explicación de lo que ocurre ahora. Y en este momento de tanta incertidumbre se necesitan respuestas, ¿y en dónde están las respuestas? En las historias de los demás ¿y dónde las podemos encontrar? En los libros que nunca nos abandonarán.
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Fotos: Cortesía La Guachafita.