Autor: D.R.A
¡Qué orgulloso estaba! Era alto, grueso; sus raíces absorbían muy hondo en la tierra y en la primavera sus ramas se cubrían de hojas verdes, hasta rebosar.
* ¡Nada- decía- ni los animales ni los hombres; el único rey del bosque soy yo!
Y sonreía mirando de reojo a las margaritas que crecían a sus pies. La mayor de ellas decía:
* Nosotras, en cambio, ¡qué poquita cosa somos! Un verano y se acabó.
* ¡Enanas, eso es lo que son! En cambio yo: ¡Qué hermoso y qué fuerte! Dijo el árbol.
Una mañana, la margarita mayor, gritó:
* ¡Ten cuidado; me parece que vienen por ti! Como eres tan alto y tan fuerte…
Eran unos hombres con unas sierras enormes al hombro. Al ver el árbol dijeron:
* ¡Qué bien estaría en nuestra chimenea; tendríamos calor para todo el invierno!
Pero pasaron de largo sin ver las lágrimas del árbol que lloraba seguramente de miedo.
* ¿Qué decías antes sobre eso del rey del bosque?
Preguntó una de las margaritas.
* ¡Qué tonta eres! Contestó el árbol ¿Es que no notaste que hablaban en broma?
Y no volvió a presumir nunca más.
Un árbol distinto